Por ejemplo, podemos ir adelantando la hora de acostarnos y levantarnos, comer a las horas habituales o hacer ejercicio por la mañana para ir sincronizando nuestro ritmo circadiano con el del trabajo.
A veces se levantaba a almorzar a las tres de la madrugada, dormía todo el día, y pasaba varios meses con los horarios trastrocados, hasta que algún incidente casual volvía a ponerla en orden.
Esta propuesta tiene como ventaja que favorece la regularidad de las horas de trabajo y las rutinas de los empleados que teletrabajan, lo que puede mejorar su productividad y su rendimiento.