Hemos comprobado en varias farmacias cómo algunos usuarios intentan introducirlas para conseguir productos altamente controlados como ansiolíticos y sedantes.
Ya más tranquilo, hizo una sonrisa de complicidad. –Andamos con muchos pájaros para despistar –agregó–, pero lo que llevamos a la frontera es un contrabando de naranjas.
En realidad, estaban apaciguadas con sedantes, y aquel palacio en sombras, con gruesos muros de cantería y escaleras heladas, era en realidad un hospital de enfermas mentales.
El médico asiático que puso a Billy Sánchez al corriente de la tragedia quiso darle unas pastillas calmantes en la sala del hospital, pero él las rechazó.