Señoras y Señores:
Quiero empezar estas palabras valorando los esfuerzos realizados, en la organización, de esta Novena Cumbre de las Américas.
Lamento que no hayamos podido estar presentes todos los que deberíamos estar, en este ámbito tan propicio para el debate.
Hoy me toca hablar, en mi condición de presidente pro tempore de la CELAC. Somos la Comunidad de Estados latinoamericanos y el Caribe. Allí convivimos en la diversidad y nos respetamos.
Tenemos miradas distintas, pero compartimos preocupaciones semejantes en este presente tan complejo.
Nos preocupa que, América Latina y el Caribe, hayan emergido de la pandemia como la región más endeudada del mundo en desarrollo. El peso promedio de la deuda externa supera el 77 %, del Producto Bruto regional.
Nos preocupa la informalidad laboral, que hoy supera el 50 %; nos duele esta suerte de "lotería del nacimiento", que hace que quienes nacen en humildes pueblos de nuestra región, vean reducir- casi 15 años - sus expectativas de vida, respecto de quienes nacen en barrios más acomodados.
¿Por qué padecemos semejantes penurias, si nuestra tierra nos ha dotado para producir alimentos y energía como a muy pocas regiones del mundo?
La respuesta se encuentra en el orden global. El mundo central ha fijado reglas financieras – evidentemente - inequitativas.
Unos pocos concentran el ingreso, mientras millones de seres humanos quedan atrapados, en el pozo de la pobreza.