La humanidad siempre ha establecido un pacto con la naturaleza, de mutuo interés.
Ese pacto se está rompiendo día a día y siempre a favor de una de las partes, que es la nuestra.
Me parece que ese pacto hay que restablecerlo, sobre una premisa hasta un poco revolucionaria.
Siempre se dice: “Tenemos que cuidar la naturaleza por nuestros hijos”.
Bueno, tenemos que cuidar la naturaleza porque no es nuestra.
El campo es una sala de conciertos, y cada espacio tiene su acústica, igual que no hay dos salas de conciertos o dos platós que suenen igual, no hay dos paisajes que suenen acústicamente igual.
Yo soy técnico de sonido, pero mi materia prima es el sonido de la naturaleza.
Por lo tanto, la materia prima es el paisaje sonoro.
A mí me gusta mucho hacer alusiones a lo que se ve, a ver de oídas, a lo que tú ves en tu mente a través del sonido.
Tú puedes ver cómo es un lugar, puedes ver sus dimensiones según la reverberación, según el eco, puedes ver el calor, porque cuando hace calor los sonidos son más resecos, son menos brillantes, menos agudos.
