Érase una vez una niña llamada Wendy que tenía dos hermanitos pequeños: Juan y Miguel.
Cada noche, Wendy les contaba las aventuras de un niño muy aventurero que vivía en el País de Nunca Jamás y que un día prometió no crecer nunca.
Su nombre era Peter Pan.
Los cuentos de Wendy eran tan maravillosos que no sólo sus hermanitos escuchaban e imaginaban las aventuras de Peter, el propio Peter Pan se sentaba todas las noches en el alféizar de la ventana y las escuchaba también atentamente.
Una noche, Wendy se despertó al ver una luz que flotaba en su ventana.
Al acercarse se dio cuenta de que se trataba de Peter Pan y de su hada, Campanilla.
Wendy gritó: ¡Es Peter, es Peter!
Y sus hermanitos se despertaron y saltaron de alegría junto a ella.
Peter les invitó a volar junto a él al País de Nunca Jamás, pero antes, les explicó cómo hacerlo.
Sólo necesitáis un poco de polvo mágico de hada y pensar en algo que os haga muy felices.
