Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza.
Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quijana;
Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración de él no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda;
Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura, para comprar libros de caballerías en que leer; y así llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos.
¡Hola!
¡Hola!
Llevamos, como millones de niños, más de un mes en casa y sin poder ir al cole por esta pandemia, intentando seguir con la vida del mejor modo posible.
No hace falta ser mayor para darse cuenta de la enorme dificultad que estamos viviendo en España y en otros países.
Muchos niños han perdido a sus abuelos, a personas mayores, a familiares y lo están pasando muy mal.