Gaza vivió hace un año la última ofensiva israelí. En total, 240 personas murieron y más de 1.700 viviendas fueron destruidas, entre ellas, dos torres de comunicaciones y varias zonas residenciales. Juan Carlos Sanz, corresponsal de EL PAÍS en Oriente Próximo, visitó la franja unas horas después del alto al fuego, cuando las calles todavía humeaban del impacto de los cohetes. Un año después, ha vuelto para reencontrarse con algunas víctimas. Presenta Ana Fuentes.
Esta semana la política israelí se ha puesto patas arriba.
La coalición de gobierno se ha roto y los ciudadanos tendrán que ir a votar por quinta vez en tres años.
Y mientras en Israel todo se mueve, en Gaza nada parece cambiar.
Allí se vivió hace poco más de un año la última ofensiva israelí, la peor en siete años.
Murieron 260 palestinos y más de 1.700 viviendas quedaron destruidas o dañadas, entre ellas torres de oficinas de la prensa y varias zonas residenciales.
En la Franja de Gaza, que mide 360 km2, la mitad de la superficie del municipio de Madrid, viven más de 2 millones de personas.
Dos tercios son refugiados palestinos.
Todos han sufrido cuatro guerras entre Hamás, que gobierna de hecho el territorio, e Israel en los últimos 15 años.
La Franja de Gaza es considerada por las organizaciones humanitarias como una gigantesca prisión a cielo abierto.
Salir y entrar de allí, dicen, es un suplicio.
