Sin electricidad se podría complicar muchísimo el reinicio de las redes eléctricas, y que necesitemos años o décadas para restaurar una civilización hambrienta.
Una banda de músicos tocaban una pieza alegre bajo el sol aplastante. Al otro lado del pueblo en una llanura cuarteada por la aridez, terminaban las plantaciones.
Miré alrededor. Allí estaba todavía aquella habitación oscura y pobre como una ratonera, y mi ropa arrugada colgando de las perchas, y la maleta destripada en el suelo.
No fue fácil afianzar el control sobre Marruecos aunque la zona asignada en el Tratado de Algeciras fuera pequeña, la población nativa escasa y la tierra áspera y pobre.
Las colinitas rojas, más pobres cada día por la cava de los areneros, que, vistas desde el mar, parecen de oro y que nombraron los romanos de ese modo brillante y alto.
Antes de darse cuenta, se encontraron con que la carretera ya se había internado en las montañas, de forma regular y poca vegetación, salvo por los hierbajos y enredaderas que crecían entre las fisuras de la roca gris.