Cayé llevó compañera, y ambos, borrachos como los demás peones, se instalaron en el puente, donde ya diez mulas se hacinaban en íntimo contacto con baúles, atados, perros, mujeres y hombres.
La cubierta superior, con ocho torres de vigilancia en pie, no se apoyaría en columnas, sino en vastas imágenes de madera de Atlas sosteniendo el mundo sobre sus hombros.
Cuando cortaron el palo, el mástil se quedó tan al descubierto y desestabilizó la nave de tal modo, que se vieron obligados a cortarlo también y dejar la cubierta totalmente arrasada.
No toleraba ninguna clase de alimentos y sus compañeros de guardia lo sentábamos en la popa o en la media cubierta, hasta cuando se recibía la orden de trasladarlo al dormitorio.
Trabajé en los restos del naufragio, corté en pedazos otro travesaño y rescaté tres planchas de abeto de la cubierta, que até e hice flotar hasta la orilla cuando subió la marea.