Las mujeres practican la producción agrícola de subsistencia en tanto que los hombres se dedican esencialmente a la agricultura comercial (girasol, algodón y tabaco).
El Estado Parte debería atajar la práctica de que los escolares vayan a cosechar algodón y adoptar medidas efectivas para combatir el trabajo infantil.
Es más, nuestros productores de algodón se ven afectados por las políticas de subsidios de países que se supone deben respetar las normas del comercio internacional.