Su hermosura plácida ofrecía un encanto angelical de pudor, y la imperceptible sonrisa, que no se borraba de sus labios, parecía un reflejo de su alma.
Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura.
¡Inés! Su hermosura, su mirada, única entre todas las mujeres, habían sido mías bien mías, porque me habían sido entregadas con adoración —también apreciará usted esto algún día.
Otra hermosura que nos roban —espetó Ringier al hombre alto que estaba de pie a su lado, el único del grupo que no parecía interesado en todo aquel espectáculo.