El profesor Velázquez tenía el despacho en el segundo piso de la Facultad de Letras, al fondo de una galería con embaldosado ajedrecístico y luz en polvo que daba al claustro sur.
Estudia muchísimo porque es consciente de que de poder acceder a la Facultad de Medicina depende una parte importante de ese modelo que tiene ella de felicidad en la cabeza.
Observó que para un hombre así facultado el acto de viajar era inútil; nuestro siglo XX había transformado la fábula de Mahoma y de la montaña; las montañas, ahora, convergían sobre el moderno Mahoma.
Tanto es así que yo luego hice el instituto, acabé el instituto y tuve clarísimo que me apuntaría a la Facultad de Física y me apunté a Física en la Universidad de Barcelona.