Al contrario de otros principales que usaban pelucas anacrónicas y botones de esmeralda, el marqués vestía en cuerpo con ropas de algodón, y birrete blando.
Abotonándose la gabardina hasta el gaznate, Fermín anunció que partía a toda prisa rumbo a su pensión con la intención de acicalarse para su cita con la Bernarda.
Seguía envuelta en esa nebulosa gris a través de la cual Martín venía, derecho y abstracto, moviendo los brazos al hablar, abotonando y desabotonando su saco de cuatro botones.
Con la falda marrón se ponía una blusa blanca con tres botones, y solo se abrochaba los dos primeros, así que su cuello quedaba al aire, un cuello moreno y largo.
En este retrato de María de Austria aparecen en su saya los botones con las columnas de Hércules, que eran el emblema de su padre, el emperador Carlos V.