Bajo sus ruedas triturantes, entre sus émbolos y piñones, se revolcaba una mujer ebria, blanda, lívida, color de afrecho, apretándose las manos en las ingles, despintándose las mejillas y la boca con el llanto.
Temiendo quedar sepultado dentro, corrí hacia mi escalera pero como tampoco me sentía seguro haciendo esto, escalé el muro por miedo a que los trozos que se desprendían de la roca me cayeran encima.
Pero Lisboa esconde muchos más secretos, incluso bajo la ciudad en el subsuelo, podrás descubrir el reservatorio de mar de agua, el acueducto que hasta los años 60 transportaba el agua de Sintra a Lisboa.