Al mismo tiempo, una sexta parte de la población del mundo sigue luchando diariamente por la supervivencia bajo la carga aplastante de la pobreza absoluta.
Porque en definitiva, la amenaza más grave contra la seguridad colectiva es la persistencia de la pobreza extrema y la marginación de los menos favorecidos.
Es inconcebible que debamos seguir viviendo en un mundo que consiste en una coalición permanente de “desiguales”: los fabulosamente ricos y los desesperadamente pobres.
Entre los grupos necesitados de la población figuran las personas mayores, los pensionistas en general, cuyas pensiones no bastan para satisfacer las necesidades vitales básicas.
La distinción entre pobreza y extrema pobreza en el marco de la escasez de ingresos sería esencialmente una cuestión de grado o de amplitud del fenómeno.
Crecer en condiciones de absoluta pobreza tiene incluso consecuencias más graves, amenazando la supervivencia del niño y su salud, así como socavando la calidad de vida básica.
Ha aumentado la cantidad de personas que viven por debajo del umbral absoluto de pobreza y la degradación del medio ambiente ha llegado a un punto alarmante.
La reducción de la pobreza extrema es prioridad para el actual gobierno que, para abordar el problema, impulsa el programa de reactivación económica y social Vamos Guatemala.