Las condiciones penitenciarias son duras: los reclusos viven en celdas hacinadas y con escasa ventilación, que en general sólo abandonan durante dos horas al día.
Presuntamente eran amenazadas de violación, sometidas a cacheos humillantes, obligadas a desnudarse y vigiladas por mujeres reservistas mientras sus celdas eran registradas por guardias o soldados.