No permitamos que la impostura de la vanidad, alojada en espacios personales, institucionales y nacionales, afecte nuestra búsqueda colectiva de un mundo mejor.
No había hecho mucha mella en su corazón, y su vanidad quedaba satisfecha con creer que habría sido su preferida si su fortuna se lo hubiese permitido.
¡Yo que me he vanagloriado de mi talento, que he desdeñado el generoso candor de mi hermana y he halagado mi vanidad con recelos inútiles o censurables!