Las actividades destinadas a hacer realidad los objetivos de desarrollo del Milenio constituyen una importante oportunidad para atajar el subdesarrollo y la corrupción.
Todos somos posibles víctimas de flagelos tales como el SIDA, la degradación del medio ambiente, la delincuencia organizada, el terrorismo y el subdesarrollo.
Sin embargo, los trágicos sucesos del sudeste asiático y del litoral oriental de África nos enseñan que el subdesarrollo sigue siendo un riesgo permanente.
Es especialmente inaceptable que los principales agentes de la cooperación internacional —el comercio y la asistencia— se usen como instrumentos para perpetuar el subdesarrollo.
Ello contribuye además a perpetuar las divergencias en los niveles de vida entre los países desarrollados y los que todavía luchan por salir del subdesarrollo.
Si bien hemos identificado el subdesarrollo y la pobreza como los primeros enemigos de la estabilidad, esta conciencia no se refleja adecuadamente en nuestras acciones.
Rogamos a la Organización que siga adaptándose y equipándose para ocuparse de los problemas persistentes y de las nuevas manifestaciones de inseguridad y subdesarrollo humanos.
Dados los problemas de subdesarrollo que existían en África, esa región debía recibir más atención en los futuros informes sobre el comercio y el desarrollo.