Con su pincel, plasmó con fidelidad los rasgos más sobresalientes de personas de diferentes posiciones sociales de su época, desde el mismo rey hasta los bufones.
Luo Ji vio de inmediato que encima de ellas había algo que también brillaba con luz plateada: eran cuatro finas líneas de pincel que destacaban sobre el cielo nocturno.
Nezha encuentra un pergamino, y al tocarlo llega a un lugar donde lo esperaba su maestro, que sin perder el tiempo le muestra todo lo que el pincel mágico puede hacer.
Serrat se declara partidario de vivir porque, de vez en cuando la vida, afina con el pincel; se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla.
Su padre le dice que no irá al mundo real hasta que aprenda a ser más cuidadoso, pero Nezha creía que ya estaba listo, así que se roba el pincel de su maestro y escapa.