Los Estados Miembros deben, por tanto, asegurar que los delitos cometidos contra el personal de las Naciones Unidas y el personal asociado sean castigados como proceda.
Es importante transmitir a la sociedad el mensaje de que la violencia contra las mujeres constituye un delito penal grave que merece ser castigado con penas severas.
Una de las ciudades más castigadas es Diyarbakir, la capital del Kurdistán turco, donde Ankara mantiene una guerra oculta con las milicias independentistas kurdas.