Ha de saber, hermano, que tienen por costumbre los peleantes de la Andalucía, cuando son padrinos de alguna pendencia, no estarse ociosos mano sobre mano en tanto que sus ahijados riñen.
Apenas la semana anterior se había encontrado en la calle con una de las tantas parejas que se casaron gracias a las cartas escritas por él, y no reconoció al hijo mayor, que era su ahijado.
A lo cual respondió el mozo: Señor, yo no me meto en tologías; lo que sé es que cada uno en su oficio puede alabar a Dios, y más con la orden que tiene dada Monipodio a todos sus ahijados.
Vásquez escupió estas palabras con el último sorbo de alcohol diluido en espumosa saliva—; el subdirector metió a su ahijado y cuando yo le hablé por vos, ya el chance se lo había dado a ése que tal vez es un mugre.