Cabalgando en su flaco corcel, el protagonista de "Don Quijote" carga contra un ejército de gigantes.
Está convencido de que es su deber vencer a aquellos monstruos en nombre de su amada dama, Dulcinea.
Pero es un acto de valor mal concebido.
Como le explica su escudero Sancho Panza una y otra vez, no se trata de gigantes, sino de unos simples molinos.
Don Quijote continúa impertérrito, pero al rato su lanza penetrante queda atrapada en las aspas.
Sin desanimarse, el caballero se yergue con orgullo, aún más convencido de su misión.
Esta secuencia resume mucho de lo que nos gusta en "Don Quijote", el relato épico, ilógico y conmovedor de Alonso Quijano, que se convierte en el torpe pero valiente Don Quijote de la Mancha, conocido como el Caballero de la Triste Figura.
Originalmente publicada en dos volúmenes, la narrativa sigue a Don Quijote mientras viaja por el centro y norte de España luchando contra las fuerzas del mal.
Pese a la imaginación desbordante de Don Quijote, su creador, Miguel de Cervantes, nunca podría haber imaginado que su libro se convertiría en la novela más vendida de la historia.
Salvo cinco años como soldado, y otros cinco esclavizado por piratas, Cervantes pasó la mayor parte de su vida como poeta y dramaturgo en apuros.