Nipah, Hendra, Ébola, Marburg, SARS. Estos son algunos de los virus más aterradores.
Las fiebres hemorrágicas como el ébola son extremadamente letales - matando al 90% de los infectados - mientras que el SARS, un coronavirus, tiene una menor tasa de mortalidad, pero se esparce increíblemente rápido.
Todos estos patógenos malvados han aparecido en humanos en sólo los últimos 50 años, y todos ellos son transmitidos por murciélagos; lo cual, siendo claros, tampoco es culpa de los murciélagos: el reciente aumento de brotes seguramente se debe a nosotros y a nuestros animales colándonos cada vez más adentro en territorio murcielaguil, especialmente en los trópicos.
En Malasia, por ejemplo, la expansión de granjas porcinas comerciales hacia bosques habitados por murciélagos llevó al primer brote -vía cerdos- de Nipah.
Y en Australia, los casos humanos de hendra van apareciendo a medida que la destrucción de los bosques locales ha obligado a los murciélagos de la fruta a alimentarse en jardines suburbanos.
Aún así, parece que los murciélagos llevan más enfermedades mortales para humanos que básicamente cualquier otro animal.
Una gran razón para esto es que, salvo contadas excepciones, a los murciélagos les encanta la compañía - distintos tipos de murciélagos suelen arrejuntarse en grandes cantidades, lo cual ayuda a que los virus se esparzan no sólo entre individuos, sino también entre especies.
Es más, la mayoría de los murciélagos infectados no mueren - suelen vivir vidas murcielaguiles bastante normales, volando por ahí y dando tiempo a los virus para esparcirse.
De hecho, el vuelo podría ser el motivo por el que los murciélagos son tan resistentes a las infecciones.
La regla suele ser que los mamíferos no pueden producir las inmensas cantidades de energía que hacen falta para volar sin también producir muchos productos reactivos que dañan nuestro ADN.