En 1796, Thomas Jefferson recibió una caja de huesos que no pudo identificar.
Una garra larga y afilada le recordó a un león pero los huesos del brazo sugerían un animal más grande, de unos tres metros de largo.
Creyendo que podía ser una especie enorme y desconocida de león de América del Norte Jefferson advirtió a los exploradores Lewis y Clark que tuvieran cuidado con este misterioso depredador.
Pero la caja de huesos de Jefferson no provenía de un león.
Venía de un perezoso gigante ahora extinto.
Los perezosos prehistóricos aparecieron por primera vez hace unos 35 millones de años.
Decenas de esta especie vivieron en América de Norte, Central y del Sur junto a otras criaturas antiguas como mastodontes y armadillos gigantes.
Algunos perezosos de tierra, como el megaloníquido, eran de tamaño gato, pero muchos eran enormes.
El perezoso de Jefferson, Megalonyx, pesaba cerca de una tonelada y era pequeño en comparación con el Megatherium, que podía alcanzar las seis toneladas, como un elefante.
Deambulaban por bosques y sabanas usando sus fuertes brazos y afiladas garras para arrancar raíces y trepar a los árboles, alimentándose de hierba, hojas, y aguacates prehistóricos.