Muchos libros alrededor de la mesa de noche, en las salas, etcétera, había muchos, muchos libros.
Y cuando había cualquier referencia a la literatura, era el primero en apuntarse a hablar de eso, hablar de literatura, yo creo que era lo que más le gustaba y lo que más le relajaba.
Los libros de Álvaro Mutis, de Fuentes, los libros de Vargas Llosa, los libros de Manuel Puch, en fin, en casa eran realmente libros por todos lados y llegaban realmente los libros de actualidad, digamos, los que estaban escribiendo, los que escribían al mismo tiempo que él.
Pero bueno, sus referencias eran muy clásicas.
Otra cosa requerida era Alejandro Dumas, los tres mosqueteros y el conde de Monte Cristo.
Absolutamente requerido.
La mitología era que Mercedes, mi madre, le ponía una rosa amarilla todos los días para trabajar.
Muy, muy temprano, 6 de la mañana, él decía que bueno, él había crecido en un ambiente rural y esa era la hora en la que se había acostumbrado y escribía hasta mediodía.
En la tarde, hacía vida social.
Y era muy estimulante, siempre llegaba gente de todo tipo.