Saludo al Secretario General de Naciones Unidas, a los representantes en la mesa de los pueblos indígenas, mi paisano, compañero y conciudadano, Montalvo.
Hace varias décadas conocí y escuché un dirigente indígena colombiano del pueblo U'wa, Roberto Cobaría, quien dijo, luchando contra una explotación petrolera en el territorio indígena entre Boyacá y Arauca (Colombia), que si se sacaba de la tierra el petróleo era como sacarle la sangre a esa madre tierra, y que eso no tendría sino una consecuencia, la muerte, la extinción de la vida en el planeta.
No había llegado a la tierra colombiana noticias alguna sobre la crisis climática, el origen de la crisis, la ciencia aún no era discutida por el pueblo colombiano y por sus gobernantes.
Y tiempo después, esa ciencia occidental, a través –incluso del panel de expertos de Naciones Unidas, llegó a la conclusión que, si se sacaba el petróleo de la tierra y se usaba, se extinguía la vida en el planeta.
Es decir, la ciencia occidental descubrió que Roberto Cobardía, el jefe indígena U'wa, tenía toda la razón.
¿Cómo coincidió la ciencia occidental con el pensamiento ancestral del pueblo indígena?
Tema para una amplia discusión.
Lo cierto es que yo allí aprendí que los pueblos indígenas, su cosmovisión, su deseo de equilibrio permanente con la naturaleza era absolutamente certero, absolutamente práctico para la realidad del mundo de hoy.
Que ellos habían descubierto antes lo que la ciencia occidental propuso después.
El problema es que ambas conclusiones son absolutamente dramáticas para la existencia de la humanidad.