Entre los siglos V y XI, periodo que, a grandes rasgos, podemos denominar Alta Edad Media, la Península Ibérica conocerá profundos cambios.
A principios del periodo, el mundo bajoimperial romano, en el que han perdido peso las ciudades a favor de las villas y el mundo rural, entra en una profunda crisis.
La debilidad del Imperio romano favoreció la penetración y el establecimiento de pueblos que vivían en sus fronteras, a los que llamaron bárbaros, esto es, extranjeros.
En el año 409, la invasión del Imperio romano por parte de los pueblos bárbaros afectará también a Hispania, la provincia más occidental.
Atravesando los Pirineos, los vándalos asdingos recorrerán el norte peninsular y se asentarán en Asturica.
La presión de los suevos hará que recorran Portugal de norte a sur y atraviesen el Estrecho de Gibraltar, para asentarse en Africa y crear allí su propio reino.
Por su parte, los vándalos silingos descenderán directamente hasta la ciudad de Toletum, desde donde se expandirán hacia Emerita, Corduba y Cartago.
Los alanos avanzarán por la península de norte a sur, asentándose en las cercanías de Emerita y de Mentesa.
Más duradera será la invasión de los suevos.
Estos se asentarán en el área noroeste, fundamentalmente en las regiones próximas a las ciudades de Asturica, Lucus, Bracara y Portucale.